Hoy
en día la sociedad se desarrolla en base a una serie de principios que en
muchas ocasiones obedecen a un área cerebral forjada más allá de los orígenes de nuestra especie. Esta área recibe el nombre de cerebro reptiliano y todavía hoy en día sigue ejerciendo una influencia crucial que explica muchas de nuestras conductas y comportamientos. se forjan en un cerebro reptiliano formado en el ser humano hace miles de años y que en la actualidad sigue presente en nuestras mentes. Esto hace que en ocasiones ciertos pensamientos, estereotipos o formas de pensar que ya están asentadas en nuestros cerebros sean difíciles de orientarlos hacia una vertiente diferente y con una ida de cambio. Quizás sea este el motivo por el que se explique el
inmenso problema que a los profesionales del ejercicio físico y de la salud nos
incumbe, la falta de concienciación de que el ejercicio físico es un medio por el cual se puede conseguir
mejorar el estilo de vida y mantener nuestro estado físico y mental en mejor
estado. El abrir esta puerta conlleva que existen otra gran
cantidad de cuestiones que se ciñen a esta cuestión. No solo es
necesario saber que el ejercicio físico es saludable, sino saber también que precisamente
este ejercicio físico puede no ser saludable si no se prescribe y se asesora por
un profesional que conozca tres cuestiones fundamentales; qué ejercicio se ha de realizar, para qué y por qué. Estas cuestiones son fundamentales para obtener los beneficios que el ejercicio físico proporciona, pero es aquí
donde esta uno de los grandes problemas,
que se describen con dos palabras: infravaloración profesional.
Es impactante cómo habiendo una gran evidencia de cómo el ejercicio físico mejora nuestra salud y actúa como un impresionante medio preventivo para evitar y tratar una amplia gama de enferemedades (obesidad, dislipemias, diabetes, hipertensión, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, fibromialgia, insuficiencia cardiaca, osteoporosis, artritis reumatoide etc), la sociedad no termina o empieza a concienciarse de la importancia que la práctica de ejercicio físico de forma regular y natural (Oldridge, 2003;Roberts & Barnard, 2005; Pedersen & Saltin, 2006).
Es impactante cómo habiendo una gran evidencia de cómo el ejercicio físico mejora nuestra salud y actúa como un impresionante medio preventivo para evitar y tratar una amplia gama de enferemedades (obesidad, dislipemias, diabetes, hipertensión, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, fibromialgia, insuficiencia cardiaca, osteoporosis, artritis reumatoide etc), la sociedad no termina o empieza a concienciarse de la importancia que la práctica de ejercicio físico de forma regular y natural (Oldridge, 2003;Roberts & Barnard, 2005; Pedersen & Saltin, 2006).
Se
ha podido observar que la inactividad física o sedentarismo esta directamente
relacionado con la obesidad y a su vez
la obesidad está relacionada con enfermedades como el cáncer y otras comorbilidades asociadas, y por
tanto, con un alto riesgo de mortalidad (Janiszewski & Ross, 2007). De hecho, estas comorbilidades como enfermedades cardiovasculares, diabetes y el
cáncer, son actualmente responsables del 65% de todas las muertes en todo el
mundo y contra esta realidad está probado que el ejercicio físico reduce y previene este porcentaje
de mortalidad (Blair et al., 2012). Es más, un sencillo programa de ejercicio
físico para hipertensos parece reducir
entre un 8-14% un accidente cerebrovascular o ictus, lamentablemente muy presente en nuestros días(ACSM
2004). Pero más allá de los beneficios del ejercicio físico a nivel
cardiovascular, se ha probado que El
ejercicio físico reduce el declive de la densidad mineral ósea en adultos y la
pérdida de fuerza y masa muscular (ACSM 2004a). Quién no ha escuchado
más de una vez, “pues mi abuela se cayó y se rompió la cadera”. Respuesta: “ Menuda
lesión más grave, es la edad, ya no estamos para trotes”. Sin embargo, creo que
el dialogo debería apuntar en otra dirección “¿hacía ejercicio físico tu abuela?”. Respuesta; “No, ya no está para esos trotes” Respuesta: “La inactividad física
es un factor de riesgo de fractura de cadera en ancianos” (Couplan et al.,
1993). Y aún más allá de lo que el
ejercicio físico pudiera ocasionar en el sistema musculo-esquelético, a nivel
mental los beneficios son más que notables ya que el bienestar psicológico está
asociado a la práctica de actividad física. Las personas que realizan regularmente
ejercicio físico se perciben más saludables, con menor estrés y presentan mejor
estado de ánimo que aquellas otras que no realizan ningún tipo de ejercicio físico
(Jiménez et al., 2008). Incluso el ejercicio físico ha sido mostrado como un
método de prevención del Alzheimer y de enfermedades mentales como la demencia
(Ahlskog et al., 2011).
Personalmente,
pienso que es labor de los verdaderos profesionales del ejercicio físico
trasladar este tipo de información a las personas, así como que es labor exclusiva de estos ponerlo en práctica.
Sin embargo, hay que recordar que son las instituciones superiores quienes deberían regular quién puede y quién no puede prescribir y
asesorar tareas de ejercicio físico debido a que, por si no ha quedado claro,
el ejercicio físico realizado de forma CORRECTA es SALUD.
Fdo:
David
Rodríguez Elcorobarrutia,
Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte
Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte
BIBLIOGRAFÍA
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J. Eric Ahlskog, PhD, MD, Yonas E. Geda, MD, MSc, Neill R. Graff-Radford, MBBCh, FRCP, and Ronald C. Petersen. Physical Exercise as a Preventive or
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Blair
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Janiszewski
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Streiner D, Torrance G. Effects on quality of life with comprehensive
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y hábitos saludables: ¿están asociados a la práctica de ejercicio físico?. International Journal of Clinical
and Health Psychology. 2008, Vol. 8, Nº 1, pp. 185-202.
Amen! :)
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