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miércoles, 22 de abril de 2015

OBESIDAD Y EJERCICIO II: LA CLAVE DE LA FUERZA

Dentro del mundo del fitness es muy común observar que existe una gran tendencia a realizar ejercicio físico con el fin de alcanzar una determinada estética corporal que en la mayoría de ocasiones se busca para aumentar la autoestima.  Sin embargo, estos fines estéticos que se buscan con el ejercicio físico en  ocasiones pueden ser muy disparejos:  por una parte se busca tener el bíceps más grande del gimnasio, pero por otra muy diferente se intenta reducir el porcentaje de grasa corporal -que no de peso- que dará lugar a un organismo más saludable y a obtener unos beneficios estéticos que serán visibles  si se realiza un programa de ejercicio físico adecuado –esto tristemente no suele ser la realidad-.  En este punto creo que es extremadamente importante dar a conocer que hay que divulgar una información basada en la CIENCIA del ejercicio físico y la salud,  ya que la disminución de masa grasa es un tema un tanto espinoso y debemos ser rigurosos en el tratamiento y la aplicación de la dosis correcta. Vayamos punto por punto.

OBESIDAD Y EJERCICIO FÍSICO: LA MENTIRA DE LO AERÓBICO.

Tradicionalmente se ha establecido la creencia de que el trabajo aeróbico de larga duración a una intensidad moderada era el método más efectivo para la pérdida de masa grasa en personas con obesidad - y sin obesidad-. En cuantas ocasiones os habréis podido encontrar con la situación de una persona que sale a correr para “quitarse la mochila de la barriga”.  Pero esta perspectiva de entrenamiento ha sido revocada gracias a los avances de la ciencia, que innegablemente han de acompañar a cada uno de los profesionales de la salud.


Para poder comprender algunos argumentos sobre el tipo de ejercicio físico más recomendable en esta patología es necesario conocer el significado de dos términos importantes.
1. Es muy importante saber que la condición fisiológica y metabólica del obeso es totalmente diferente respecto a la de una persona sin obesidad y esto afecta notablemente al tipo de ejercicio que se debe de realizar (Roig, 2008). Por esta razón es necesario comentar que ocurre durante el ejercicio aeróbico en el organismo de la persona con obesidad.


2. Si se quieren perder lípidos, es decir, grasas, el paciente con obesidad no debería de hacer ejercicio aeróbico puesto que la lipólisis no funciona de manera tan efectiva como en una persona sana.

3. Durante el ejercicio aeróbico de larga duración se liberan grandes cantidades de Cortisol e Insulina, que provocan, respectivamente, a la pérdida de masa muscular y ¡¡¡¡ a la síntesis de lípidos -lipogénesis- ya que la insulina desencadena este proceso!!!. De forma contraria, este mismo tipo de ejercicio irrumpe en una disminución de la Hormona de Crecimiento (GH) y de la adrenalina que son hormonas que incitan la lipólisis.

     
4. Debido a la alteración de una serie de receptores y/o a la reducción de la circulación sanguínea en el tejido adiposo se produce una disminución de la respuesta lipolítica durante el ejercicio aeróbico de larga duración. Esto conlleva que las zonas con exceso tejido adiposo no estén bien irrigadas dando lugar a una reducida adhesión de los ácidos grasos libres al torrente sanguíneo. Esta situación tendrá como consecuencia que el uso de los ácidos grasos para cubrir las necesidades energéticas durante el ejercicio será muy escaso y por tanto los músculos deberán recurrir a los nutrientes de la fibra muscular para producir una contracción muscular. Es decir…


5. El entrenamiento aeróbico de larga duración e intensidad moderada produce un aumento de la enzima Aromatasa que transforma la hormona de la testosterona en estrógeno. Esta situación como veremos mas adelante no interesa ya que se pretende que la hormona de la testosterona se encuentre elevada. Curiosamente es por esta razón, muchas veces se observan un aumento de mamas (Roig 2013). Además, este cambio hormonal nos es favorable ya que la testosterona al igual que la adrenalina y la hormona de crecimiento favorecen la lipólisis - uso de grasas para producir energía-.

El ENTRENAMIENTO DE FUERZA COMO PUNTO CLAVE.

Las causas por las que el entrenamiento de fuerza es la vía más efectiva para mejorar la composición corporal, es decir, reducir el porcentaje graso en personas con obesidad son debidas a una serie de factores que trataremos de resumir a continuación.

1. Cuestión de Hormonas.

Uno de los factores más relevantes para provocar una pérdida de masa grasa es el entorno hormonal que se provoca con el ejercicio físico. La estimulación de ciertas hormonas provoca una serie de reacciones químicas que favorecen la lipólisis y oxidación de las grasas - utilización de las grasas para producir energía-.






En esta línea es importante remarcar que la segregación de catecolaminas –Adrenalina y noradrenalina-  es provocada por el sistema nervioso simpático que, a su vez, es activado en mayor medida mediante ejercicios de alta intensidad.
         



2.Tasa metabólica basal.

Otro aspecto importante es que el incremento de masa muscular incrementa la tasa metabólica basal -cantidad de las calorías diarias necesarias para mantener las funciones básicas de su cuerpo-, y por tanto aumenta el gasto energético total. Debido a que la tasa metabólica basal representa un alto porcentaje del gasto energético total de un individuo -60-75% del gasto energético total-, parece una vez más que es interesante aumentar la masa muscular en la persona obesa para de este modo potenciar la tasa metabólica de reposo y así facilitar la pérdida de peso (Dolezal et al., 2005). En este punto, el entorno hormonal juega de nuevo un papel importantísimo ya que la adrenalina aumenta el metabolismo basal. Y…¿Qué tipo de ejercicio mejoraba la estimulación de la adrenalina?.



3. Efectos Antiinflamatorios.

La obesidad provoca una serie de alteraciones que hacen que se produzca un estado inflamatorio. Se ha podido observar con la contracción muscular provoca la segregación de una proteína denominada interleuquina –IL6- que provoca un efecto lipolítico y antiinflamatorio.

4. Alta intensidad –Muscular- y consumo energético post ejercicio.

Es importante recordar que la obesidad suele estar acompañada de altas concentraciones de glucógeno en el organismo que provocan mas concentración de grasa en el tejido adiposo el cual se adhiera al músculo y al hígado. Esta situación, junto con otras muchas, provoca:


El problema surge en que los cambios metabólicos producidos por la obesidad y el exceso de grasa dentro del músculo impiden que los ácidos grasos del músculo se incorporen a la célula muscular y se usen como energía (Roig y Moral., 2008).  Es por esta razón que los tradicionales esquemas de entrenamiento de larga duración e intensidad baja/moderada no han tenido en cuenta que no provocaban el uso de los triglicéridos del músculo para producir energía. Sin embargo, el ejercicio intermitentes de alta intensidad muscular adquiere un gran protagonismo ya que promueve  de forma elevada el uso de esos ácidos grasos para la resíntesis de energía -ATP, glucógeno, ácidos grasos y triglicéridos- y la elevación de temperatura (López Mojares en López Chicharro –coord.-, 2006; Saavedra, 2003). De este modo se produce un importante consumo energético durante y después del ejercicio.





Por tanto este entrenamiento implica una intensidad alta, breve en el tiempo e intercalado con descansos en que la intensidad disminuye o se lleva a cabo un reposo absoluto (Benito,2013).  Como bien muestra la revisión de Boutcher (2014) no es poca la evidencia que sustenta que el entrenamiento de alta intensidad provoca pérdidas significativas de la grasa abdominal, subcutánea e intramuscular si se compara con entrenamientos de larga duración e intensidad baja/moderada.  Además también se ha comprobado que la composición corporal mejora debido a que no se producen pérdidas de masa muscular, sino todo lo contrario, se ha advertido que esta mejora.  Y por si fuera poco, parece ser que este mismo tipo de entrenamiento produce una reducción del apetito.


¿ Y qué hay del Sobrepeso?

Es importante conocer que el sobrepeso no implica cambios fisiológicos y metabólicos tan drásticos con respecto a la obesidad. Además, la grasa intramuscular es menor y el uso de grasas y glucosa como fuente de energía es más eficiente. Por tanto, el sobrepeso implica que la orientación del entrenamiento sea distinta, y ahora si se puedan incluir tareas más cardiovasculares sin olvidar el entrenamiento de fuerza muscular. Realmente no se debería llegar a esta fase puesto que es la antesala de la obesidad.

PRÓXIMO ARTICULO: PROPUESTA PRÁCTICA DE ENTRENAMIENTO

Reflexionemos.

Aunque la situación es bastante desoladora si observamos que las estadísticas datan de un 15% de obesidad y más de un 33% de sobrepeso en España, debemos empeñarnos en cambiar esta situación. Sinceramente, no hace falta observar datos cuantitativos, salgan a la calle y observen. ¡Qué importante es el pensamiento social!, Hay que conducir a una concienciación y asimilación a nivel social de todos los problemas que desencadenan el sedentarismo y una pésima alimentación que la sociedad de hoy en día lleva. Debemos ver más allá de lo que se puede ver, debemos de conocer que dentro de nuestro cuerpo, más allá de la piel, se producen infinidad de reacciones químicas y fisiológicas que determinan el estado de nuestro organismo. Y esas reacciones pueden determinar nuestra salud, nuestra vida. Sin embargo el conflicto va más allá de las decisiones autónomas, o ¿no estamos fuertemente influenciados hacia hábitos de vida no saludables?. Rotundamente SÍ. Únicamente enciendan la tele y vean la mierda de alimentos se publicitan. Los altos estamentos políticos deberían de intervenir en una educación de hábitos de vida saludables no sólo desde la escuela, sino desde otros muchos sectores. Sin embargo, esto no interesa, las grandes industrias de la alimentación generan extensas cantidades de dinero. Para mí esta mentalidad es algo obtusa ya que la obesidad, el sobrepeso, y el sedentarismo causan gastos económicos incalculables a la sanidad. Otra cuestión es que la inexplicable regularización e inclusión de los competentes y profesionales del ejercicio físico en el ámbito de la salud ha de ser inminente. Se ha de educar y concienciar de que este perfil profesional tiene la labor de prescribir un potente medicamento, el ejercicio físico.

Bibliografía.

Benito, P.J. (2013) High-intensity interval training (HIIT) y su aplicación a la pérdida de peso. Revista Gym Factory Entrenadores, 53.

Stephen H. Boutcher. (2011) High-Intensity Intermittent Exercise and Fat Loss: Review. Joural of Obesity. ID 868305.

Roig y Moral (2008). Aspectos fisiológicos y neuroendocrinos en el sobrepeso y obesidad en Heredia, JR; Isidro, F; Chulvi, I; Roig, J; Moral, S; Molins, A. Sobrepeso/obesidad, ejercicio físico y salud: Intervención mediante programas de fitnes. Editorial Wanceulen.

Roig (2013). Obesidad y pérdida de tejido adiposo: Desterrando lo aeróbico. Revista Electrónica De Ciencias Aplicadas Al Deporte. Vol. 6, nº 21, Junio 2013.

Eman A., Veilleux A., Tchernof A., Goodyer C. Human growth hormone receptor (GHR) expression in obesity: I. GHR mRNA expression in omental and subcutaneous adipose tissues of obese women. Internationa Journal of Obesity. 35, 1511-1519: 2011.

Saavedra, Carlos (2003). Prescripción de Actividad Física en la Obesidad y las Alteraciones Metabólicas. PubliCE Standard. 06/10 Pid:193.

López Chicharro, J. y Fernández Vaquero, A. (2006). Fisiología del ejercicio. Barcelona: Ed. Médica Panamericana.




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